Virginia Woolf_juventud

Inicio este blog con dos «padrinos» literarios muy especiales: Antonio Machado, acompañándome en la foto, sentado en el banco de Úbeda y Virginia Woolf, en el titular escogido para este espacio.

En el mes de octubre de 1928 Virginia Woolf dio dos conferencias que, posteriormente, se convirtieron en uno de sus libros más conocidos: “Una habitación propia”.

En su ensayo, la escritora londinense instaba a las mujeres a ser ellas mismas y a escribir buenas novelas. Para ello, según argumentaba la autora, necesitaban independencia, económica y personal que, según Woolf, se traducía en tener una renta de 500 libras mensuales y una habitación propia. Lejos de la sala de estar común y lejos también de la dedicación exclusiva a maridos, hijos, padres y demás miembros de sus familias, las mujeres podían así empezar a tejer el camino hacia su propia identidad creativa y personal y, en consecuencia, hacia su libertad.

Han pasado muchos años ya desde que Virginia Woolf afirmara que “es mucho más importante ser uno mismo que cualquier otra cosa” porque “no es necesario apresurarse. No es necesario brillar. Todos iremos al paraíso”, y que, en base a ello, les recordara a las mujeres “la responsabilidad de ser más elevadas, más espirituales”, explicándoles que “muchas cosas dependen de vosotras y la influencia que podéis ejercer sobre el porvenir. (…) ¿Qué más os puedo decir que os incite a entregaros a la labor de vivir?”

Tras ese “qué más”, Woolf argumenta: “Yo creo que si vivimos aproximadamente otro siglo (…) y si cada una de nosotras tiene quinientas libras al año y una habitación propia; si nos hemos acostumbrado a la libertad y tenemos el valor de escribir lo que pensamos; si nos evadimos un poco de la sala de estar común (…) si nos enfrentamos al hecho, porque es un hecho, de que no tenemos ningún brazo al que aferrarnos, sino que estamos solas (…) entonces llegará la oportunidad. (…) Y yo sostengo que hacer este trabajo, aun en la pobreza y la oscuridad, merece la pena.”

Ya casi ha pasado ese siglo al que se refería la escritora inglesa. Estamos en el 2014 y las mujeres hemos hecho un largo recorrido, muchas, incluso, han logrado su renta mensual y su espacio personal pero… aún no ha llegado, plenamente, el verdadero espacio para las mujeres, para la energía femenina, para la fuerza que, durante siglos, ha estado sometida.
Y no se trata de feminismos ya pasados de moda, ni de juzgar o atacar a los hombres, se trata de mirar hacia nosotras de verdad y encontrar, nuestra verdadera habitación, la interior, la más íntima y personal, aquella donde han permanecido encerradas nuestra identidad y nuestra fuerza.
¿Qué significa ser mujer? Y, ¿qué queremos realmente las mujeres?
Las mujeres aún tenemos miedo y, gran parte de él, se debe a la desconexión que sufrimos de nosotras mismas.
Así que empecemos con esa reconexión. Busquemos nuestro propio espacio interior y que sea sagrado, inviolable. En él está escondida nuestra verdadera fuerza, nuestra esencia. Cuando accedamos a ella dejaremos de tener miedo. Y entonces, realmente, nos liberaremos… y no tendremos necesidad de enfrentamientos ni guerras de sexos.

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